Habitualmente, en una página como Microsofters, solemos ponernos del lado del gigante de Redmond. Nuestro deseo imperioso de que esta empresa de software vuelva a ser relevante en el consumo está ahí. Sin embargo, también debemos reconocer una derrota cuando la vemos, incluso en este caso, con tanta antelación.
Microsoft ha perdido la batalla de los próximos 20 años
Para ponernos en contexto, debemos hablar de los comienzos de Microsoft. Los años 90 fueron su época dorada: todo el mundo quería tener un PC, y el gigante de Redmond facilitó esta tarea. Todos teníamos una torre que ahora se consideraría casi un mueble, con un botón que decía turbo, creyendo que haría que nuestro equipo volase.
Lo interesante de la estrategia de Microsoft en los 90 es que le permitió conquistar tanto el mercado de consumo como el empresarial sin apenas competencia. La gente que terminaba el colegio o empezaba a trabajar utilizaba un PC. Esto significaba que generaciones de programadores crecieron con Windows como única referencia.
Hoy, la historia ha cambiado radicalmente. Los jóvenes de entre 15 y 20 años aspiran a tener un iPhone o un MacBook y, quien no puede permitírselo, optará por un Android y quizás un Chromebook. Windows ha perdido relevancia e importancia, dando paso a otras alternativas. Esto no sería un problema si no fuera porque los nuevos desarrolladores prefieren crear en plataformas más atractivas y rentables que Windows.
En Redmond deberían estar preocupados: la batalla de las próximas generaciones ya está perdida. Y el futuro en AR/VR tampoco pinta mejor: Meta prácticamente tiene el mercado garantizado tras la compra de Oculus.
Panos tal vez si fue un visionario
Quizás Panos Panay era consciente del grave problema al que se enfrentaba Microsoft y trató remar contra viento y marea contra el destino de la irrelevancia que le esperaba a Microsoft. Esta empresa aspira a ser la próxima IBM en lugar de tratar de vencer a Apple en el tan mencionado ecosistema.
Tras haber probado la Microsoft Band y su sustituta e infinidad de dispositivos fabricados por Microsoft (Y los que no he probado escuchaba sus bondades y errores de Pablo Oráa) ahora veo con tristeza como han pasado a la irrelevancia y el gran error que eso supone.
Al final, Microsoft ha adquirido más de 250 empresas desde sus inicios. Sin embargo, haber dejado escapar Android y Oculus ha sido un error monumental. Ha dejado en evidencia la fragilidad de una de las mayores Big Tech.